viernes, 24 de febrero de 2012








Un grupo de astrónomos confirmó la existencia de una nueva clase de planeta: un mundo de agua con una atmósfera gruesa y llena de vapor. Al exoplaneta GJ 1214b se le llama "la Supertierra" y es más grande que nuestro planeta pero más pequeña que gigantes de gas como Júpiter.


Gracias a las observaciones con el telescopio Hubble parece haberse confirmado que una parte importante de su masa es de agua. El planeta fue descubierto en 2009 por telescopios basados en la Tierra.


"GJ 1214b no se parece a ningún planeta que conozcamos", aseguró el jefe de la investigación Zachory Berta, del Centro de Astrofísica de Harvard Smithsonian.


Su diámetro es 2,7 veces más grande que la Tierra, y pesa siete veces más. Orbita una estrella enana roja a una distancia de apenas dos millones de kilómetros, lo que significa que su temperatura probablemente asciende por encima de los 200 grados centígrados.



"HIELO CALIENTE"

En 2010 los astrónomos dieron a conocer datos sobre su atmósfera. Estos sugieren que está hecha de agua, pero existe la posibilidad de que el planeta esté cubierto de neblina del tipo que envuelve a Titán, una luna de Saturno.


Berta y sus colegas usaron el telescopio espacial Hubble para estudiar al planeta mientras cruzaba frente a su estrella. Durante su tránsito la luz de la estrella es filtrada por la atmósfera del planeta, lo que da pistas sobre la composición de los gases.


Los investigadores indican que sus resultados tienen más conexión con una atmósfera densa de vapor de agua que de neblina.


Los cálculos de la densidad del planeta también sugieren que GJ 1214b tiene más agua que la Tierra. Esto significa que la estructura interna de este mundo sea muy diferente que la del nuestro.


"Las altas temperaturas y presiones podrían formar materiales exóticos como 'hielo caliente' y 'agua superfluida', sustancias que son completamente extrañas a nuestra experiencia de cada día", asegura el doctor Berta.


La corta distancia entre la Tierra y este nuevo planeta lo convierte en candidato para continuar observándolo con el telescopio espacial James Webb, que podría ser lanzado al final de esta década.

martes, 21 de febrero de 2012

Usos para una bomba atómica





Si me preguntan a mí, creo que el Apocalipsis ya lleva varias décadas de retraso y luego de descubrir cosas como estas no entiendo como hemos durado tanto. De todas las teorías que oído ninguna supera a que básicamente la destrucción de la humanidad insumiría demasiado esfuerzo y los perpetradores se cansarían luego de un rato.



1- Crear Huecos: Sí, tal como lo leen. En caso de que una bahía artificial debiese ser construida no era necesario dragar el lecho marino o realizar complicadas obras de ingeniería. El toque de un botón ahorraría muchas horas de trabajo a los obreros y las máquinas quienes podrían disfrutar plácidamente del espéctaculo del hongo atómico formándose en el horizonte.


2- Crear un nuevo Canal de Panamá: La impresionante obra de ingeniería que es el canal de Panamá no resulta lo bastante ancha para los supercargueros actuales y en un momento se especuló la posibilidad de ampliarlo de manera rápida y explosiva.


3- Extracción de Gas: ¿Por qué perder todo ese precioso tiempo excavando al estilo antiguo cuando una simple detonación nos proporcionaría gas directamente salido de las entrañas de la tierra y agradablemente condimentado con la radioactividad residual de la explosión?


4- Extracción de Petróleo: En lugar de utilizar la opción tradicional que incluye taladrar la zona y... no hacer explotar nada, un científico teorizó que se podía usar una explosión termonuclear para "estimular la producción de hidrocarburos en zonas petrolíferas".


5- Deshacerse de desechos radioactivos: De todas es mi favorita, ya que ni en diez mil billones de años hubiese imaginado que se podía utilizar una bomba atómica para cavar pozos en lo que enterar los desechos producidos por plantas nuclear y por... otras bombas atómicas.


6- Propulsar naves espaciales: Durante los inicios del programa espacial norteamericano la idea de construir naves con motores nucleares era la más popular entre los científicos que especulaban que era posible utilizar el poder del átomo para propulsar personas hasta el espacio de manera voluntaria (A diferencia de los habitantes de Hiroshima y Nagasaki quienes probablemente hubiesen declinado el honor de ver sus átomos esparcidos hasta Saturno).


7- Defender a la tierra de un asteroide: A pesar de ser la más famosa y cinematográfica de todas, esta es la idea predominante entre muchos científicos a la hora de proteger la tierra de visitantes inesperados ¿No podemos simplemente preguntarle al asteroide si puede alterar su curso un par de miles de kilómetros? Estoy seguro que si se lo pedimos por favor resultará ser un pedazo de roca espacial sumamente educado y atento.







Marte: El planeta que no solo es rojo

Marte ha sido un planeta que ha fascinado a la humanidad por siglos y durante mucho tiempo se creyo que su superficie era enteramente roja debido a la incapacidad de ver más allá de ciertos niveles de su atmósfera. Sin embargo la más reciente tanda de fotografías tomadas por los satélites de la Nasa nos muestra que Marte tiene muchos más colores para ofrecer en sus extraordinarios paisajes.


Como veran el relieve marciano no solo tiene rojo sino también muchas otras tonalidades que desafían la imaginación y nuestras concepciones acerca de como este misterioso y enigmático mundo se ve en realidad. También abren muchas otras preguntas acerca de como es que estos colores y relieves surgieron en primer lugar, fomentando la curiosidad de la ciencia que continúa intentando descifrar la historia de nuestro vecino más cercano en el sistema solar y la primera parada en nuestros futuros viajes espaciales.


lunes, 20 de febrero de 2012



Hace 40.000 años Andalucía era tan fría como la Escandinavia actual




Hace 40.000 años, la temperatura media anual de la turbera de El Padul, un área situada en la provincia de Granada, oscilaba entre los nueve y los 11 grados centígrados, más o menos la misma que tienen hoy en día en el sur de la península escandinava y Dinamarca.


Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por un equipo de científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y que acaba de publicarse en la revista 'Quaternary Science Rewiews'.


Los investigadores han llegado a esta conclusión tras estudiar los restos de tres mamuts lanudos encontrados en la turbera en 1983, los más meridionales registrados en Europa.


Los especímenes estudiados datan de unos episodios muy fríos y secos que afectaron a toda Europa, llegando incluso al sur de la Península Ibérica, hace entre 30.000 y 40.000 años.


"A partir del análisis de isótopos estables realizados en restos de dientes y huesos hemos visto que estos mamuts vivieron en una área esteparia bastante árida, que podría estar situada a decenas o cientos de kilómetros al oeste de El Padul, y que puntualmente, cuando las condiciones climáticas eran especialmente extremas, migraban a la zona de la turbera", explica el investigador del CSIC Antonio Delgado, del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra.




Señal isotópica

Los grandes mamíferos, como los elefantes o los mamuts lanudos, necesitan grandes cantidades de agua y comida fresca a diario, lo que deja una señal isotópica en sus tejidos capaz de dar pistas sobre las condiciones climáticas de la época en la que vivieron.


Los dientes de los mamuts lanudos crecían durante toda su vida y generaban nuevas laminillas de esmalte según pasaban los años.


"Con ello, podemos identificar diferentes composiciones isotópicas muestreando en distintos puntos de los molares, lo que nos permite hacernos una idea de las variaciones ambientales que se producían a lo largo de la vida del animal", explica el investigador del CSIC Antonio García-Alix, del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra, coautor del estudio.


La turbera de El Padul es el punto más meridional de Europa donde se han hallado restos de mamuts lanudos. Estos animales llegaron al continente procedentes de Siberia hace unos 200.000 años y desaparecieron hace unos 4.000 años.


Los restos empleados en esta investigación se encuentran expuestos en el Museo Arqueológico de Granada, en el Parque de las Ciencias de Granada y en el museo del Departamento de Estratigrafía y Paleontología de la Universidad de Granada, institución que también ha colaborado en el estudio.